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TD NewsEn el marco de la eliminación después de 23 años de la prohibición de ingreso de carne con hueso a la Patagonia, entrevistamos a Sergio Prieto, consignatario y productor, para conocer su punto de vista sobre la situación.
—¿Cuál es su opinión sobre esta medida y cómo cree que impactará en el mercado cárnico regional?
—Como patagónico, en la parte comercial a través de la consignataria y como productor, creo que hay que DEROGAR la medida. Vamos a defender lo que tenemos y toda la fuente de trabajo. Lo que se esperaba como medida era seguir abriendo la barrera para el norte y poner a toda la Argentina libre de aftosa sin vacunación, un pergamino que todos los países con políticas ganaderas avanzadas lograron. Ahora le tocó a Brasil.
Esta medida representa una amenaza para el desarrollo ganadero y la industria cárnica de la Patagonia, que durante más de dos décadas ha sostenido el status sanitario sin vacunación. Su impacto en el mercado regional dependerá de si efectivamente se traduce en precios más bajos para los consumidores, algo que hasta ahora no ha ocurrido con la carne proveniente del norte. Además, pone en riesgo la inversión en plantas frigoríficas y sistemas productivos locales que han generado empleo y desarrollo en la región.
—No puedo prever el impacto que tendrá en la góndola y el mostrador el ingreso del asado con hueso. Actualmente, la realidad indica que las pulpas provenientes del norte, que representan el 60% del consumo en la Patagonia, mantienen los mismos precios que la carne faenada al sur de la Barrera, sin que nadie las ofrezca a menor costo. Me refiero a cortes como peceto, vacío, matambre, lomo y el propio asado sin hueso. Cuando se dice que «no dejan pasar la carne», en realidad se permite el ingreso de carne sin hueso sin restricciones. Lo que ocurre es que nadie la comercializa a los precios que manejan en sus provincias de origen y ningún organismo trabaja en pos de mantener esa diferencia de precio.
—Se ha anunciado una prórroga de 90 días para implementar esta flexibilización: ¿qué expectativas tiene respecto a estos encuentros y qué aspectos considera fundamentales para discutir en ellos?
—Este período de prórroga debe servir para un debate serio, basado en datos concretos y con la participación de todos los actores del sector. Es necesario discutir el status sanitario y solicitar la derogación. También hay que hablar del impacto en el empleo, la inversión productiva y las condiciones de competencia para los productores patagónicos.
Nuestra región empezó siendo una zona buffer sin vacunación, con límites al norte en el río Colorado, incluyendo al partido de Patagones, y al sur en la margen del río Negro, extendiéndose hasta la provincia de Neuquén. Con el tiempo, se logró unificar toda la Patagonia bajo este estatus.
Durante estos 23 años como zona límite de resguardo, hemos sido la garantía para preservar el status sanitario en beneficio de todo el país. A pesar de esto, nuestra región enfrentó entre 2008 y 2010 la peor sequía de su historia, con una mortandad del 60% en las vacas madres. Tuvimos que reinventarnos, pero siempre manteniendo la defensa del status sanitario. Nunca se nos ocurrió pedir la apertura de la barrera del norte al sur para reponer el stock de inmediato. Lo que podría haberse logrado en un año nos tomó siete.
Este proceso dio lugar a un desarrollo ganadero e industrial sostenido. Se incorporaron 80.000 hectáreas a la producción para generar nuestro propio alimento y se crearon numerosos feedlots para la terminación de hacienda destinada a faena. Es importante recordar que en nuestra región el 80% de los campos son de cría. Todo esto generó una gran cantidad de empleo y permitió la consolidación de importantes plantas frigoríficas, que operan con una gran inversión y están plenamente adaptadas al sistema.
—¿Cree que esta apertura podría comprometer el estatus sanitario logrado o, por el contrario, fortalecerá la competitividad interna del sector?
—Si bien el gobierno nacional argumenta que la flexibilización no implica un riesgo sanitario significativo, la realidad es que no hay garantía de que sea nulo. Se trata de una decisión que afecta un diferencial clave que la Patagonia ha construido con esfuerzo. La apertura no va a impactar en una baja significativa de los precios y, lejos de fortalecer la competitividad, podría debilitar a los productores locales que han invertido en un modelo productivo adaptado a este status.
—Desde su experiencia en la consignataria Prieto y Vita, ¿cómo anticipa que esta medida afectará a los productores locales en términos de competencia y oportunidades de mercado?
—Los productores patagónicos han trabajado con costos más altos para sostener la calidad y la sanidad de su producción. Sin embargo, el norte, con costos más bajos, tuvo la oportunidad de demostrar que podía ofrecer carne a precios entre un 20% y 30% más bajos, y no lo hizo. Esto sugiere que la flexibilización solo beneficiará a los grandes frigoríficos exportadores y cadenas de supermercados, sin que el productor ni el consumidor final vean una ventaja real.
En mis años de consignatario me tocó operar con la barrera liberada y como estamos actualmente. La profesión de consignatario es muy linda y los que la vivimos con pasión y responsabilidad entendemos que tenemos que transitar y defender un mercado transparente, que sea confiable, razonable y un modelo a seguir.
Pero la otra cara de la comercialización es la manipulación de precios, una figura que provoca desconcierto y no le hace bien a nuestra actividad, porque desde el punto de vista comercial, el productor es el principal eslabón del negocio y lamentablemente es la variable de ajuste. Y entiendo que hay que defenderlo.
—Sobre la importación de carne desde Brasil: ¿qué impacto podría tener la importación de carne brasileña en los precios y en la competitividad de los productores argentinos?
—Brasil ha conseguido el reconocimiento de país libre de aftosa sin vacunación, lo que le da acceso a mercados internacionales privilegiados. La importación de carne brasileña podría generar una mayor presión sobre los precios internos, afectando la rentabilidad de los productores patagónicos con carnes de calidad inferior a la nuestra. Además, si no se establecen reglas claras, se corre el riesgo de que el mercado termine en manos de unos pocos grandes operadores, perjudicando a nuestra producción.
—¿Qué medidas sugiere que deberían implementarse para equilibrar la apertura del mercado a importaciones con la protección y el fortalecimiento de la producción nacional?
—Es clave fortalecer los controles sanitarios y garantizar que la competencia sea en igualdad de condiciones. También se debería impulsar una estrategia de diferenciación para la carne patagónica, aprovechando su calidad, status sanitario y su trazabilidad como elementos de valor agregado. Además, es necesario revisar las cargas impositivas y los costos internos que afectan la competitividad de los productores argentinos frente a mercados como el brasileño.
—Mensaje a los productores y consumidores:
—Es fundamental que todos los actores del sector trabajen en la defensa de lo logrado. La Patagonia ha demostrado que es posible generar un modelo ganadero sostenible, con producción propia de alimento y una industria frigorífica eficiente. No se trata solo de abrir o cerrar barreras, sino de garantizar un comercio justo y equilibrado. Defender el status sanitario es defender el trabajo, la inversión y el futuro de la ganadería patagónica.