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Pablo Otazú: Un laburante del arte

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Entrevistamos a Pablo Otazú, actor, director y realizador de teatro.

En línea con los trabajos comunitarios que se realizan en localidades como Río Colorado, Pablo lidera un taller de teatro organizado por el servicio de salud mental de Choele Choel y Chimpay, un proyecto que reúne a usuarios, trabajadores de salud y pacientes. Este taller ha dado lugar a una obra de teatro profundamente movilizante, que aborda temas tan importantes como la inclusión y la salud mental. La obra cuenta con 24 personas en escena y fue desarrollada en solo dos meses y medio, un logro impresionante en tan poco tiempo.

Pablo es ampliamente conocido en nuestra localidad por su labor en el teatro, con varios trabajos de dirección y presentación de proyectos destacados, y es un referente cultural. Actualmente, vive en Luis Beltrán, Río Negro, propietario de La Salamandra, un lugar de encuentro para el arte y la salud. Además, es socio fundador, director y actor en el Grupo de Teatro Libres, un colectivo con gran trayectoria en la región. Su formación incluye estudios en la Universidad Nacional de La Plata. Con el transcurso de los años consolidó su especialización en teatro popular, un enfoque que le permite conectar con la comunidad a través del arte.

Su vinculación con el teatro comunitario comenzó años atrás, en la localidad de Chimpay, cuando fue convocado por el grupo de salud mental comunitaria para desarrollar un proyecto relacionado con el abuso intrafamiliar. Así nació la obra Las niñas de Maillim, que trataba sobre el abuso intrafamiliar, y más tarde, otra obra titulada El secreto. Esta experiencia fue el inicio de una profunda conexión de Pablo con el mundo de la salud mental.

Tiempo después, Amelia Lo Moro, psiquiatra del equipo de salud mental de Choele Choel, invitó a Pablo a participar en La Casita de Convivencia, un espacio donde los pacientes del servicio de salud mental asisten a talleres y actividades sociales. En ese momento, Pablo ya había trabajado en una obra sobre la muerte de Carlos Fuentealba, utilizando máscaras, lo que despertó el interés de Amelia por este recurso en el ámbito de salud mental. Así nació el taller de máscaras, que fue un éxito rotundo y culminó con una exposición realizada por los mismos usuarios del servicio.

Sobre la creación del grupo de teatro, Pablo explica que la necesidad surgió de la experiencia vivida, ya que para muchas personas hay cosas que solo se entienden cuando se viven en carne propia. A él, por ejemplo, le tocó estar en silla de ruedas durante un tiempo y se dio cuenta de que su pueblo no estaba preparado para personas con esa discapacidad ni para otros tipos de limitaciones. A medida que trabajaba con los usuarios de salud mental, Pablo se dio cuenta de que la sociedad tampoco estaba preparada para incluirlos. Siempre fueron estigmatizados e invisibilizados.

Fue entonces cuando Pablo comenzó a trabajar con ellos utilizando técnicas del teatro comunitario y del teatro del oprimido, que no requieren que los participantes sean actores formados. La idea es trabajar con las personas tal como son, permitiendo que sus condiciones naturales afloren. Este tipo de teatro, a diferencia del teatro de elenco, busca construir historias comunes dentro de un grupo, creando una experiencia colectiva, mientras que en el teatro de elenco las personas se juntan para hacer una obra específica y luego se disuelven.

Pablo, con más de 40 años dedicados al teatro, nos cuenta que su principal objetivo no es formar artistas, sino contribuir a la formación de mejores seres humanos, ofreciendo una visión de la vida y del mundo más humanista. En sus talleres utiliza todas las herramientas que ha aprendido y estudiado a lo largo de los años, combinando teatro, canto y baile para generar una experiencia completa. El resultado es siempre felicidad pura para quienes participan.

El grupo que lidera, conocido como La Línea del Borde, ha ganado reconocimiento no solo en la localidad, sino en toda la provincia de Río Negro. Además, Pablo ha dictado seminarios y talleres en diversas provincias de la Patagonia, participando en encuentros provinciales y dirigiendo otros grupos de teatro en lugares donde lo llaman. Se define como un «laburante de la cultura», y agrega: «Donde me den trabajo, ahí estoy». Su compromiso con el arte y la comunidad no tiene fronteras.

En relación con la ley de salud mental, Pablo la considera «hermosa», pero también señala que el financiamiento es insuficiente. El sector de la salud mental sigue siendo uno de los más relegados en cuanto a recursos tanto provinciales como nacionales.

A través del arte, Pablo y sus participantes logran visibilizar las realidades más ocultas, demostrando que el teatro tiene un poder inmenso para sanar y construir una sociedad más inclusiva.

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