“Lo que pasa es que este 2024 vino a patearnos el tablero. Y todos están preocupados. Es más, ante la incertidumbre, el que tiene espaldas financieras y no quiere afrontar los costos de tener un complejo vacío, pero ‘andando’ por si llega algún pasajero, ya tomó una decisión: cerrar el 31 de enero” contó, apesadumbrado, un prestador extrahotelero de la tercera bajada.
Estadías brevísimas, bajas reservas, turismo de cercanía, pelea por las tarifas, incertidumbre y una posibilidad que asusta: que la temporada, que arrancó en baja, se termine junto con el primer mes del año, y sólo queden viajeros de fines de semana, que viajen sin contrataciones previas y lleguen decididos a negociar por tarifas más bajas, a sabiendas de la vasta oferta vigente.
Puestos en blanco sobre negro, los números asustan: para este mes las reservas siguen superando apenas el 50%, y para febrero la realidad que se avecina es peor. Hay sólo un 15% de plazas cubiertas. Lo demás, dependería de viajeros espontáneos.