El ex piloto porteño vivió un año muy intenso y es uno de los pocos que luego renunció a la Máxima con un contrato firmado. Por qué se bajó. Sus mejores anécdotas en la F1: los partidos de fútbol con Schumacher, el saludo de un Beatle y la cena con Mick Jagger
“Preguntame lo que quieras, menos por qué dejé la Fórmula 1”, aclaró siempre con una sonrisa Esteban Tuero antes de cada entrevista. El tema era recurrente y un poco en broma o en serio nunca quiso tocarlo, hasta hace un tiempo. A sus 42 años (22/04/1978) sigue siendo el mismo muchacho del barrio porteño de Caballito, hincha de Ferro, muy respetuoso y amable. Siempre atiende el teléfono y responde rápido, aunque aclara que por el momento prefiere seguir alejado de los medios. Es un personaje muy especial, porque con su bajo perfil llegó al gran circo donde vivió historias únicas en aquella temporada que lo marcó a fuego.
En un país donde se lo criticó con el mote de “eterno segundo” a Carlos Alberto Reutemann que fue subcampeón mundial y considerado uno de los mejores pilotos de su época en la F1, qué podría haber quedado para Tuero. El exitismo argentino y parte de la prensa no especializada hicieron un caldo de cultivo en 1998 cuando con apenas 19 años y con el peor auto de la categoría, poco o nada pudo hacer. Terminar una carrera con ese Minardi M198 fue como una victoria.
Esteban se retiró del automovilismo corriendo en la Clase 3 de Turismo Nacional, donde fue campeón en 2008. En esa categoría, cuando tuvo que avanzar desde atrás, en ocasiones fue espectacular, en especial en las series que ordenaron las grillas de partida para la final. Colgó el casco en 2016 con 38 años, en un deporte donde se puede correr hasta pasados los 50 años. Se fue de forma imprevista, como en su salida de la F1. Tal vez sintió que cumplió un ciclo. Luego de eso no se lo vio más en una carrera. Apenas en algún evento del Autódromo de Buenos Aires Oscar y Juan Gálvez, su segunda casa y donde el 12 de abril de 1998 fue el último argentino en correr de local. De hecho, la Máxima nunca más pisó esta tierra.
Tuerito pareció parco, pero no es así. Es una persona agradable y sus caras de poca felicidad en un podio o luego de ganar un campeonato no ilustran de verdad quién es esa persona. Desde que dejó de correr le dedicó más tiempo al negocio de su papá, Eduardo “Pirulo” Tuero, que también fue piloto. Su empresa trabaja con suspensiones neumáticas para colectivos y camiones.
Por eso es bueno recordar sus vivencias contadas por él en el inolvidable 1998 cuando en ese momento fue el tercer piloto más joven en la historia en debutar en la F1 con 19 años y 320 días, detrás del neozelandés Mike Thackwell (19 años y 182 días) y el mexicano Pedro Rodríguez (19 años, 208 días). Hoy es el octavo en esa lista que lidera el neerlandés Max Verstappen (17 años y 166 días).
El contrato con Minardi. “Cuando salí campeón de la F2000 Italiana (1995) mi equipo, RC, que era oficial Opel, me invitó a correr las últimas fechas de la Fórmula 3 Italiana, que en ese momento era muy fuerte. Yo tenía 17 años y en la última vuelta de la clasificación pude hacer la pole position. Sorprendió a todos porque el resto de los pilotos tenían tres o cuatro año más. Terminó la actividad, me fui a mi motorhome y apareció Giancarlo Minardi. Me dio su tarjeta y me invitó a conocer su equipo de F1. Fui a Faenza, me dejó sacarme una foto arriba de los autos y me llevó a su oficina. Me dio un contrato por cinco años y me dijo ‘analizalo’. Así, de una”.
Primer contacto con un F1. “El primer día que probás un F1 no sabés con lo que te vas a encontrar, pero me sentí muy cómodo, incluso más que el auto de Fórmula 3000 (categoría previa a la F1) de esa época (1996)”.
Para 1999 el equipo le renovó el contrato a Esteban y sus sponsors lo acompañaron a pesar de que se cayó la carrera en la Argentina. Pero Tuero decidió bajarse y volvió al país donde corrió en el TC 2000. Luego también compitió en TC y Top Race.
“La aventura de la F1 fue muy linda, pero me agarró muy chico y necesité volverme porque extrañaba. A lo mejor corté una carrera que podría haber sido mucho más interesante. Pero bueno, el objetivo de llegar lo conseguí. Obviamente, me gustaría volver al pasado con la experiencia de hoy y tratar de hacer mejor algunas cosas”.
Llegar a la F1 es el sueño de cualquier corredor de autos. Por el que luchó Esteban Tuero desde los cinco años cuando empezó a correr. Lo consiguió a base de esfuerzo y talento ya que su familia no es adinerada. Muchos lo criticaron sobre aquella renuncia con un contrato firmado para 1999. Lo que pocos entendieron es que con solo 20 años el hombre fue más que el piloto y buscó su felicidad.
Fuente Infobae