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NUEVO AÑO JUDÍO: EL FESTEJO Y SU LLEGADA A LA ARGENTINA

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El “Año Nuevo Judío” comienza el 18 de Septiembre de 2020 al atardecer, justo cuando sale la primera estrella. Las celebraciones se extienden durante los dos primeros días del mes tishrei: el 19 y 20 de Septiembre.

La celebración comienza al anochecer de la víspera con el sonido del shofar (un cuerno de carnero), llamando a los judíos a la meditación, al autoanálisis y a retomar el camino de justicia. Se festeja en estas fechas por comenzar el mes “tishrei”, cuando Dios creó el mundo. Momento en que fue creado el primer hombre: Adam.

El Año Nuevo Judío conmemora la culminación de la creación del Universo y la aceptación de la soberanía de Dios sobre el mundo. El pueblo judío festeja de este modo el aniversario de la creación de Adán y Eva. Son unos días que marcan el inicio para un balance espiritual y de las acciones realizadas. Las casas se llenan de velas encendidas por las mujeres y se recitan bendiciones.

El toque del Shofar es el momento más relevante de esta festividad. Porque simboliza el clamor del pueblo judío a Dios, reconociéndolo como Creador y Rey Eterno. El sonido del Shofar (Shofarot) representa la liberación del sometimiento del pasado, dando esperanzas para comenzar una nueva vida en el año que comienza.

En el plano gastronómico las familias tienen un menú especial para celebrar el año nuevo. En la Cena Festiva es costumbre comer dátiles, calabazas, cabeza de carnero, manzana mojada en miel y otros platos dulces. Hay muchos dulces específicos para esta fecha que simbolizan un “año nuevo dulce”, dejando lo amargo en un segundo plano. También es típico comer granadas, una fruta que representa un año de abundancia.

El “Shofar” es un instrumento muy antiguo, fabricado con el cuerno de un carnero. Es de gran significado porque rememora al carnero que Abraham sacrificó en lugar de su hijo Isaac. La palabra “Shofar” viene del hebreo «Leshaper» y significa “mejorar”.
La Granada es una fruta con gran presencia bíblica, que símboliza también la fertilidad. Según la tradición judía posee 613 semillas, que son precisamente el número de mandamientos divinos que los judíos deben cumplir.

El pescado (Rosh) también está presente en muchas cenas, porque simboliza el deseo de que el pueblo se multiplique. Además también se coloca en la mesa una “cabeza de pescado” para recordar que «hay que ser cabeza y no cola», y elegir así el propio camino.

El “Tapúaj” (manzana sumergida en miel) es muy típica en estas fechas. La manzana representa el pecado del egoísmo y se moja en la miel para mitigarlo.

El 14 de agosto de 1889 llegó al país el vapor S.S. Wesser con 138 familias a bordo, las cuales daban inicio a la colonización; la historia de Moisés Ville, el primer asentamiento.

Un día como hoy, hace 120 años, arribó a la Argentina el vapor S.S. Wesser, de bandera alemana, con 138 familias a bordo. Ese hecho dio inicio a lo que años más tarde se convertiría en una de las comunidades judías más grandes del mundo. Actualmente, la comunidad judía en la Argentina es la octava en importancia en el mundo, con unos 250.000 miembros (las comunidades más numerosas son las de Estados Unidos e Israel, respectivamente).

La embarcación ancló en las costas bonaerenses, proveniente de Europa, con 824 pasajeros conducidos por el rabino Aarón Goldman. La mayoría de ellos ni siquiera sabía de la existencia de la Argentina hasta que puso un pie en esta tierra. Pese a ello, la incertidumbre y el desarraigo eran superados por las esperanzas de dejar atrás una fatídica época caracterizada por la pobreza y los pogromos.

Sin embargo, la primera decepción llegó en forma casi inmediata para estos inmigrantes judíos: las tierras que habían adquirido a la distancia ya no estaban vacantes. De ahí en más se inició un periplo de varias semanas en tren, en busca de una tierra donde fuera posible cosechar, pese a que no tenían conocimientos de agricultura.

Después de varias idas y venidas, el pequeño gran sueño de estos inmigrantes se vio hecho realidad de mano del terrateniente Palacios, quien poseía miles de hectáreas en la provincia de Santa Fe. Con la esperanza de asentarse en esas tierras, poco menos de dos semanas más tarde sellaron los contratos entre ambas partes, adquiriendo así el territorio que hasta la actualidad ocupa Moisés Ville, un pueblo declarado histórico nacional que con los años se constituyó en el poblado pionero de la comunidad judía en el país. Allí, entre otras instituciones y museos, se erige la Sinagoga Brener.

Unos años más tarde, después de algunas divisiones entre los judíos pioneros en la Argentina a causa del trabajo y las aspiraciones propias de cada uno, llegó la incondicional ayuda del Barón Hirsch, quien compró una gran extensión de tierras para formar nuevas colonias en la región, muchas de las cuales sobreviven en la actualidad.

Gerson también recordó que pese a las dificultades y las adversidades que tuvieron que atravesar los primeros judíos en el país, «el concepto sionista estuvo siempre muy presente». Al respecto agregó que «en 1948, con el establecimiento del Estado de Israel, hubo una ola inmigratoria» en la que oriundos de las colonias emigraron nuevamente.

Hoy, la historia de la colonización judía puede revivirse en el Museo de la Primera Colonia judía en la Argentina, cuya institución lleva el nombre del Rabino Aarón Goldman, líder espiritual del primer grupo de inmigrantes, provenientes de Kamenetz.

Fuente: 7 en Punto

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